La restauración de esta guitarra Fender Jazzmaster ha sido quizás uno de los retos que más nos ha costado conseguir. Recuperar un instrumento que llevaba más de 20 años encerrado en un estuche, rodeado de humedad y sin ningún tipo de mantenimiento no auguraba nada bueno.
La guitarra en cuestión es una Fender Jazzmaster ´62 Reissue Japonesa de los 90 en color crema (bueno, crema ahora, pero «Olympic White» en su día).
Lo malo es que está hecha polvo, y lo peor es el ataque de la corrosión, no solo en el hardware cromado, sino en el interior de la parte eléctrica de potenciómetros, del jack y de las pastillas.
Lo bueno es que una vez restaurada, tendrá el aspecto de una «Relic», ya que hemos optado por dejar todas las piezas originales y así no contrastar demasiado entre la parte deteriorada y la que sería la nueva, como por ejemplo es el hardware que pretendemos recuperar, sabiendo que aún así se verá picado, pero que mantendrá de esta forma ese aire retro marcado por el paso del tiempo, pero que a su vez será totalmente funcional, ya que eso es lo que pretendemos.
A continuación, explicamos como ha sido este proceso.
Lo primero ha sido retirar todas las piezas afectadas por la corrosión. En este caso es particularmente apreciable la agudeza del ataque a los cromados, lo que hará especialmente difícil recuperar la funcionalidad de estas piezas, concretamente nos referimos al puente, ya que no solo salen malparados los tornillos de los patines, sino también los tornillos de cada uno de ellos, fundamentales para poder quintar y equilibrar las cuerdas con relación al mástil.
Los 2 tornillos «Allen» que van en cada uno de los patines de puente sirven para subir o bajar la cuerda que corresponde, en total hay 6 patines o «silletas», y cada una de ellas lleva sus 2 tornillos correspondientes, lo que hacen un total de 12. A estos tornillos hay que añadir 6 más que son los responsables de que a las silletas también se las llame patines, ya que estos tornillos sirven para deslizar cada uno de ellos hacia adelante o hacia detrás hasta quedar la cuerda bien quintada (misma nota de la cuerda al aire que en el traste 12).
Lo primero, como ya hemos dicho antes, es retirar el oxido de las piezas afectadas. Para ello utilizaremos varios métodos, unos tradicionales y otros más mecánicos. Entre los tradicionales está el de sumergir las piezas en vinagre y bicarbonato durante 24 horas, después se cepillan con un cepillo de púas (el ideal es el que se usa para el ante de los zapatos) y si es necesario, se vuelve a repetir la misma operación (en el caso nuestro hubo que hacerlo 3 veces). Después lavamos las piezas en agua caliente y con jabón en polvo (el que se usa para la colada, de tipo Ajax). Después, las secamos bien con papel de cocina y las rociamos con el ya conocido 3 en 1, o cualquier otro producto de ese tipo, con el fin de lubricar bien las piezas. Así las dejaremos otras 24 horas. El resultado final es espectacular si lo compramos con las piezas tal y como estaban.
A partir de aquí viene la segunda parte, la de intentar desenroscar cada uno de los tornillos. Si hemos hecho bien el proceso anterior, los tornillos no deberían resistirse demasiado, y acabaran saliendo sin problema, tal y como ha sido en nuestro caso.
Una vez desenroscados cada uno de los tornillos, serán limpiados uno a uno con la ayuda de una Dremel y el accesorio correspondiente, un cepillo de fieltro duro especial para estas tareas. Después volveremos a dejar cada tornillo en una cajita de plástico para poder bañarlos en aceite y que acaben así de lubricarse. También aprovecharemos la Dremel para sacar el oxido de los imanes de las pastillas.
Ahora ya tenemos las piezas cromadas libres de corrosión y totalmente operativas, los tornillos deslizan a la perfección, y aunque el aspecto del cromado sigue estando picado, eso le da un toque «Relic» a la guitarra que la hace mucho más interesante que si hubiesen sido piezas nuevas. Procedemos a reinstalar en la guitarra el puente y el cordal.
Ahora procedemos a limpiar el golpeador y a revisar la parte eléctrica. Cambiaremos el jack de entrada y el selector de posiciones, además revisaremos todo el cableado y funcionalidad de las pastillas.
Otra de las partes importantes es el mástil. Conviene hidratarlo con Aceite de limón (Lemon Oil) en el caso de los diapasones de palorosa, como es el caso de esta Fender Jazzmaster. Para ello existen varios productos, uno de nuestros favoritos es el fórmula 65 de Dunlop. El «Lemon Oil» es ideal para limpiar e hidratar el diapasón. Nosotros recomendamos primero quitar la suciedad que suele alojarse entre los trastes con alcohol o con el Dunlop Fingerboard 01 Cleaner & Prep, y una vez extraída la grasa y suciedad acumulada, es cuando echaremos manos del aceite de limón que hidratará el mástil. También recomendamos limpiar los trastes, esto se hace con una piedra especial, extremadamente blanda, casi parece una goma. Esta piedra no lima el traste, solo lo limpia, esto es especialmente importante, ya que si usamos una lija, por fina que sea, acabaremos rebajando los trastes y no se trata de eso cuando solo pretendemos limpiarlos.
Una vez llegados a este punto, es el momento de volver a colocar el golpeador, las pastillas, el puente, etc. para dejar la guitarra lista y preparar las cuerdas. En el caso que nos ocupa, usaremos una 10-46 de Curt Mangan, pero antes de ponerlas, colocaremos los 2 pivotes sujeta correas, ya que tuvieron que ser extraídos debido a la corrosión que acumulaban, quedando la mitad del tornillo en el interior del cuerpo de la guitarra.
Como decíamos antes, los orificios de los pivotes sujeta correas tuvieron que ser agrandados para así poder extraer los restos de los tornillos oxidados. Para rellenarlos de nuevo, utilizaremos serrín fino y cola blanca. Con estos 2 elementos formaremos una pasta densa y la aplicaremos al orificio mediante una espatulita de plástico para no rascar la pintura. Dejaremos secar durante 24 horas y ya podremos colocar los nuevos pivotes o straplocks, dependiendo del gusto de cada un@.
Y por último colocamos las cuerdas y quintamos la guitarra. El quintaje es un proceso delicado que ya explicaremos en otro post. De momento os dejamos con el resultado de una Fender Jazzmaster que volverá a dar guerra por unos cuantos años más.